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María Rafaela Juan: "Creo que la vida es muy corta para preguntarme qué hubiera pasado"

  • María Candela Orrego
  • 14 nov 2018
  • 4 Min. de lectura

“Yo soy de bajo perfil, no me gusta ser el centro de atención.”, así es como inicia la charla en el departamento de María Rafaela Juan, Rafa o Rafi para sus amigos. Se nota, porque todas sus redes sociales tienen “candadito”, es decir, son privadas. Se mudó hace 7 meses de Santa Rosa, La Pampa a CABA, para estudiar la Licenciatura en Comunicación Periodística en la UCA. Rafaela vive con su hermana mayor, Martina de 22 años, futura arquitecta de la UBA en el departamento de su abuela. Pero no es la primera vez que vive ahí, cuenta que es nacida en Capital pero cuando tenía 4 años sus papas decidieron mudarse a la ciudad natal de su mamá, Santa Rosa, para que así tuviera una infancia tranquila lejos de la ruidosa y ajustada ciudad.


Quince años después, sentada en la silla junto a la mesa del comedor hecha por su papá, se concentra en un trabajo en la computadora que ocupa toda su atención. Es un año lleno de cambios, no solo se muda de ciudad, deja el colegio atrás, pero no a sus amigos con los cuales se junta para salir casi todos los fines de semana a Crobar o L’arc y si se puede entre semana a “Netflix and chill”. Dice que después de tantas cosas vividas no se van a separar más, como cuando era chiquita y estaba con un amigo en un parador del Cerro Chapelco y le llenaron a una señora la capucha con papitas, hielos, servilletas, etc y de golpe se puso la capucha.


Pero conservar viejas amistades no impide que haga nuevas, Gabriela Molina, su amiga de comisión cuenta que “Rafa es alguien con los pies en la tierra, piensa mucho en los demás, es buena amiga porque siempre escucha y da consejos y también autentica porque no intenta ser alguien que no es.”

Cierra la computadora, se levanta y ya se pone el pijama: una remera blanca con una gran foto en el centro de Leonardo DiCaprio, su más grande ídolo, igual que Mandela. “Es más, esta remera de pijama me la mande a hacer especialmente, fue el regalo de mis amigas para mi cumple hace unos años.”, cuenta entre risas. Aunque sea época de cambios, nunca va a preferir algo sobre “El origen” o “El aviador”, de Leo, o sino “Shrek” o “E.T el extraterrestre”. Se acomoda en el sillón frente a la tele y mira la hora en el celular. De fondo de pantalla tiene una foto con sus 6 amigas en sus últimas vacaciones de verano en Villa Gesell.




Espera ansiosa el verano y poder estar en la pileta en Santa Rosa, reencontrarse con su hermana menor, Manuela de 12 años y más que nada con su gatito negro y su perro. Fiel amante de los animales, se destapa, en estos tiempos de cambios de estaciones que en noviembre se va a anotar para cursar la carrera de veterinaria en la UBA, “quiero hacer algo por el bien de los animales y creo que la vida es muy corta para preguntarme qué hubiera pasado”. “Yo soy de aburrirme muy rápido de las cosas”, asegura Rafaela mientras acomoda sus ondas rubias. Cuando era chica pasó de danza clásica a natación, de natación a defensa personal y luego de conseguir su cinturón amarillo comenzó danza contemporánea. Y ahora va al gimnasio.


Luego de 5 meses haciendo el test vocacional decidió optar por periodismo. “Me gustaba el hecho de que tenes como mucha salida laboral, no que vas a conseguir trabajo rápido, sino que podes hacer muchas cosas, no es como un médico que sabes que si o si tiene que hacer algo relacionado con la medicina o como un abogado. Estoy estudiando esto porque me gusta la parte de documental, para hacer alguno en un futuro como por ejemplo ir a África y hacer un documental sobre las tribus que hay ahí. No quiero estar sentada y escribir una crónica sobre un choque de acá en la esquina. Para eso no estudio periodismo.”


Ahora toca probar en otro ámbito totalmente distinto, un gran salto de la UCA a la UBA. Es más, ella iba a elegir la UBA para periodismo pero no le gustaba el ámbito, era “muy politizado” y parece que de izquierda y ella es más de derecha, como su papá que forma parte del partido Cambiemos. En lo que si se parece a su mamá, pediatra, es que ambas son espiritistas, creen las energías y demás. Siempre lleva colgando en su cuello una piedra amarilla, que parece una cruz, pero en realidad es un cuarzo en forma de pirámide que según la antigua mitología griega transmiten una gran cantidad de energía y equilibrio. En eso, Martina, su hermana con la que mejor relación tiene abre la puerta del depto. Confirma que ella y su hermanita son muy compinches. Es más, cuando eran chicas hacían todo juntas, hasta jugar en la bañera. “Me acuerdo que una vez nos estábamos bañando juntas y yo la empuje y se largó a llorar. Entonces, para que deje de llorar y no llame a mamá mordí un jabón (que era tan feo que casi vomito) para que se riera y no venga mamá y funcionó.”, recuerda la más grande de las Juan.


“Lo que más me preocupa en este momento es no encontrar la carrera que yo quiera hacer, algo que realmente me guste o quiera trabajar de esto, o estudiar eso. Esa es mi mayor preocupación por el momento.”, señala Rafaela. Aun así, “no todo se basa en el trabajo”, no es de esas personas que solo se preocupan por el mañana, prefiere vivir al máximo y aprovechar el tiempo, viajar mucho y en algún futuro lejano tener una pareja y 2 hijos. Por ahora, lo seguro es que en enero vacacionará en Pinamar con su familia, uno de sus lugares favoritos al igual que San Martín, e irá al Lollapalooza con Martina, su mayor confidente. Más tarde, volverá a CABA, aunque extrañe a su familia, Santa Rosa no es su ciudad. Seguirán siendo tiempos de cambio en marzo, cuando las hojas empiecen a caer Rafaela Juan iniciará su nueva carrera en su nueva universidad.

 
 
 

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